Conoce a ...

Conoce a ...

 

 

Bosques, cuevas, barrancas y hasta nuestros propias casas son hogar de distintos seres vivos. En ‘Conoce a’ exploraremos la forma de vida de estos organismos con los que compartimos banquetas, árboles, lagos y distintos sitios en la Ciudad de México. Conoceremos sus hábitos, interacciones y la manera en que podemos ayudar en su cuidado.

 

 

 

 Un ave muy chilanga, la tortolita cola larga

 

 

Cuando miras hacia los postes de calles y avenidas, me puedes ver anidando o posando sobre los cables, también me ves volar entre los árboles de los parques, avenidas, edificios y casas. Incluso puedes verme cuando bajo a comer las migajas que encuentro en camellones, banquetas, parques y jardines. Estoy segura de que me conoces, porque soy tan o más chilanga que tú. ¿Sabes quién soy? Una pista, no soy una paloma.


Te daré otra pista, las aves de mi género somos las únicas de nuestra especie que lucen un plumaje con un patrón que parece de escamas. Mi cuerpo no mide más de 23 centímetros y mi color va de café claro a gris y se aprecia el color canela en mis alas cuando vuelo. ¿Ya me reconociste?


Sí, soy la Tortolita Cola Larga, los científicos me llaman Columbina inca, pero la gente me dice Conguita, Coquita, Torcacita, Tortolita Colilarga, Tortolita Menuda, Tortolita mexicana, ¿con qué nombre me conoces tú?


Soy una especie residente de hábitats urbanos como pueblos, ciudades y ranchos. Me gustan más las zonas cálidas que las frías, de hecho para guardar el calor en épocas frías, nos juntamos de 5 a 12 tortolitas, unas encima de otras, formando una pirámide, porque así es como entre todas nos resguardamos del frío. 


Habito en toda la Ciudad de México, excepto las zonas de mayor altitud, aunque también puedes encontrarme en los países del norte y centro de América. Vivo en pequeños grupos, con pareja o solitaria. Mis compañeras tortolitas y yo estamos tan adaptadas al clima citadino que aunque no vivamos dentro de casas humanas, somos consideradas animales domésticos. 


Gracias a nuestra gran capacidad de adaptación, las tortolitas podemos reproducirnos fácilmente y nuestra población va creciendo poco a poco; sin embargo, estamos lejos de ser una plaga, a diferencia de las palomas, cuyos excrementos dañan las estructuras de los edificios. Por eso, por favor, no nos confundas con ellas. 


Me encanta comer semillas y prácticamente toda migaja que encuentre en el camino, incluso granos, semillas de hierbas o los frutos de los cactus; y, aunque puedo pasar varios días sin beber agua, llegado el momento vuelo hasta 15 kilómetros para encontrarla. Por eso, algunas veces me puedes encontrar cerca de cuerpos de agua como ríos y arroyos, aunque también aprovechamos cualquier charquito de agua del que podamos beber tranquilamente. 


El cambio climático nos perjudica tanto como a otras especies de aves y los efectos que tiene este fenómeno en las ciudades nos hace pasar hambre y sed. Por ejemplo, las sequías y las olas de calor que enfrenta la ciudad en primavera, reducen nuestro acceso al agua y destruyen los recursos alimenticios de mi especie y de otras aves que viven en esta ciudad. 

Poco a poco las tortolitas hemos migrado a sitios urbanos del norte del continente en busca de mejores condiciones de vida. Esto es síntoma de que el clima en la ciudad se está volviendo inhabiltable para nosotras las tortolitas, a causa de los efectos del cambio climático. Realmente nos gusta vivir aquí, pero queremos hacerlo cómodas, sanas y sin riesgos. Por eso te invitamos a que lleves a cabo acciones de mitigación y adaptación al cambio climático, así nos ayudas a continuar siendo parte de este ecosistema chilango que compartimos contigo.

Algunas acciones para frenar el deterioro ambiental causado por el cambio climático y ayudar a la conservación de las aves este 14 de mayo, Día Mundial de las aves, son: 

  • evita desperdiciar el agua, comienza a aprovechar la lluvia;

  • coloca bandejas con agua en ventanas y espacios abiertos para que aves e insectos podamos encontrar un lugar para refrescarnos;

  • usa más los pies y sustituye el auto por la bicicleta, el transporte público o caminar; 

  • separa tus residuos para que sean aprovechados y reducir la cantidad de basura; 

  • haz compras conscientes; detrás de cada producto hay naturaleza afectada; 

  • usa productos reutilizables y sin tantos empaques; 

  • evita y repara fugas de gas; 

  • reforesta y/o cuida las áreas verdes que visites; 

  • consume productos locales; 

  • coloca huertos o jardines para polinizadores en tu casa; 

  • usa insecticidas naturales; 

    Ayúdanos a conservar la salud de nuestra ciudad, y con ello, estoy segura que tanto tú como las tortolitas y los seres vivos de la ciudad viviremos mucho mejor. 

 

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