Es de mañana y el viento sopla en nuestras mejillas, un señor prende su cigarro matutino para calentarse. Paso a paso avanza el día y con él las tareas que deben entregarse: reportes laborales, ensayos, reuniones, entregas de paquetería, solicitudes; el tiempo va de prisa y para aminorar el estrés o calmar la ansiedad, algunos encienden uno a uno los soldadillos blanquecinos de la cajetilla. Otros no necesitan atravesar estas emociones para sacar fuego, lo hacen por gusto, por el placer de saborear lo ahumado en sus gargantas.
¿Qué sucede una vez que apagan su cigarro? Vuelven a la carrera. ¿Y las colillas? Normalmente las botan sin darles sepultura y sin conocer las repercusiones ambientales que surgen de este “pequeño acto”.
En el mundo, de acuerdo con datos de National Geographic, los fumadores compran alrededor de 6,5 billones de cigarros al año, quiere decir que 18 mil millones de cigarros son consumidos al día. De ellos, sabemos que hay billones de colillas o filtros que no son desechados correctamente, pues sólo una tercera parte va a dar en la basura, mientras que el resto deambula en las calles, en las coladeras o en parques y zonas naturales.
La acción de apagar y lanzar se ha vuelto automática y, ¡esto debe cambiar! Al desechar los filtros de los cigarros estamos lanzando al medio ambiente: plástico, nicotina y alquitrán, también metales pesados (plomo, arsénico y cianuro) y otros químicos, lo que genera impactos negativos en los ecosistemas por los altos niveles de contaminación en áreas naturales, aguas y aire. Además, de acuerdo a estudios recientes, las colillas inhiben el crecimiento de las plantas.
Debemos considerar que los filtros tardan hasta 10 años en degradarse, mientras tanto se siguen prendiendo más cigarros, se desechan más colillas y, por tanto, más años de degradación y más contaminación.
La mayoría de estos materiales, al tomar la ruta acuática por medio de las alcantarillas, terminan en los océanos. En las jornadas de limpieza organizadas en las playas se ha encontrado que, después de los plásticos, las colillas son los residuos que predominan en las colectas. Se les encuentra enterrados en la arena, pero otros tantos llegaron al mar convirtiéndose en uno más de los peligros para las especies marinas al confundirlas con su alimento.
Si bien, el número de fumadores y cajetillas no da señales de disminuir, pueden realizarse acciones que prevengan mayores daños al planeta. Dejar el hábito de “apagar y lanzar” para convertirlo en “apagar y desechar” puede ser un gran paso para colaborar con el cuidado del medio ambiente. Tal vez no hay contenedores o botes cerca, pero podemos guardarlos hasta encontrar una sepultura adecuada a nuestra colilla y que el duelo no sea el del planeta.
Fuente:
Las colillas de cigarrillos también significan contaminación plástica tóxica, consultado en National Geographic en línea:
www.nationalgeographicla.com/medio-ambiente/2019/08/las-colillas-de-cigarrillos-tambien-significan-contaminacion-plastica-toxica
En estos tiempos de contingencia sanitaria, ¿quién piensa en el medio ambiente y en el resto de los seres vivos que habitan el planeta? Vemos en las noticias que en las playas de nuestro país como las de Acapulco, en las que normalmente se llenan de gente en temporada vacacional, ¡se han visto ballenas! Este magnífico mamífero que al sentirse amenazado por la especie humana, había dejado de visitar estas playas.
Y esto no solo ocurre en México. En otros países, al disminuir la presencia humana en espacios urbanos, carreteras y sitios turísticos, la biodiversidad ha aprovechado para volver a hacerse presente. Elefantes en las carreteras, cocodrilos en playas y calles, lobos marinos, aves de diferentes especies, todos ellos se toman un respiro y se sienten más libres que nunca ahora que su amenaza más grande está guardada en casa.
Es momento de reflexionar y de notar que el planeta no nos pertenece, que lo compartimos con otros seres vivos capaces de sentir como nosotros. Entendamos que plantas, animales, insectos, hongos y todas las formas de vida, incluidos nosotros, jugamos un papel muy importante en el mantenimiento de la salud de los ecosistemas que habitamos y de los cuales nos beneficiamos de muchas formas.
Algo que pocos saben y que muchos no se imaginan si quiera, es que la salud de los ecosistemas y su biodiversidad se refleja en la salud humana. ¿Cómo puede ser esto posible? La diversidad de especies dificulta la propagación de agentes patógenos1, porque al cumplir con su función biológica específica y natural, mantiene saludable a este sistema que llamamos “naturaleza”.
Mientras que, actividades humanas como la extracción de especies exóticas de su hábitat natural, la compra ilegal de éstas, así como todas aquellas actividades que ponen en riesgo el equilibrio del ecosistema, facilitan la propagación de enfermedades causadas por todo tipo de agentes patógenos, como es el caso del coronavirus.
Todos somos parte de ese sistema, somos eslabones de una gran cadena que, entre más larga y diversa, más salud y equilibrio brinda a sus integrantes, pero si un eslabón se rompe,ten por seguro que todos sufriremos las consecuencias, como lo estamos haciendo ahora, no solo por el coronavirus, sino por el cambio climático que año con año se hace más presente y que pone en riesgo la vida de muchas personas y especies biológicas. Unos cuantos días de parón en la actividad humana y la nobleza de la naturaleza nos muestra el papel desequilibrante que jugamos. ¿Necesitamos realmente una pandemia para descubrir nuestra responsabilidad?
No nos hagamos de la vista gorda, sabemos que los humanos nos hemos jaloneado mutuamente en busca del propio beneficio y hemos roto varios eslabones de la cadena, pero no todo está perdido. Aprovechemos este tiempo en el que el mundo se paró y veamos que aún estamos a tiempo de decidir qué tipo de eslabón queremos ser: el que rompe su relación con su alrededor o el que se sostiene y busca vivir en armonía con la biodiversidad.
Coronavirus: un mensaje de la Naturaleza. www.unenvironment.org/es/noticias-y-reportajes/video/coronavirus-un-mensaje-de-la-naturaleza
Viajar siempre es una experiencia emocionante que también implica tiempo en su planeación, sobretodo si será un viaje largo. Debemos contemplar el destino al que llegaremos, el medio que utilizaremos, quiénes o cuántos viajarán, boletos, papeles, reservaciones; y unos días antes, hacer maletas y alistar nuestras pertenencias.
Ahora, imagina que, al menos, debes hacer dos largos y extenuantes viajes en el año. ¿Agotador, no? Pues bien, esta situación la enfrentan las aves migratorias. Pero ellas no compran boletos ni hacen maletas; su preparación consiste en alimentarse de forma abundante, incluso algunas aves llegan a engordar, pues consumen enormes cantidades de alimento rico en proteínas y energía para aguantar los recorridos aéreos.
En el mundo existen cerca de nueve mil 917 variedades de aves, es el grupo de vertebrados terrestres con mayor cantidad de especies y en México residen mil cien especies, de las cuales 370 se encuentran en alguna categoría de riesgo de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana.
En el margen de los números, más de la tercera parte son viajeras consagradas. Por lo menos, hay cuatro tipos generales de especies migratorias en México. Existen las residentes de invierno, especies que se reproducen en Alaska, Canadá, parte de Estados Unidos y México, y pasan el invierno en tierras sureñas: Ciudad de México, Chiapas, Guatemala y El Salvador. Un ejemplo de estos viajeros es el pato Chalcuán, proveniente de Norteamérica, pero en invierno llega al Parque Ecológico Xochimilco (PEX) y a la ciénega de Tláhuac.
También encontramos a las residentes de verano, ellas se reproducen en México y deciden pasar un poco más al sur la fría estación del año. Entre ellas localizamos al Verdín Amarillo, quien se reproduce en zonas desérticas como Sonora, pero migra al PEX o a las chinampas de Xochimilco.
¡Ah! También existen dos categorías más: transeúntes o de paso y las migratorias con poblaciones residentes. Las primeras se reproducen al norte de las tierras mexicanas y se desplazan hacia el centro y sur del continente americano, uno de ellos es el Águila Pescadora a quien se le puede encontrar en la Ciénega de Tláhuac o en el PEX, así como la Calandrita con avistamientos en el Jardín Botánico de la UNAM o en Parque México. Las segundas se refieren a especies que migran, pero que también tiene poblaciones que deciden “quedarse en casa”, el Verdemar o Colibrí oreja violeta es un ejemplo de esta categoría y se le puede observar en las zonas de Milpa Alta o en el Ajusco.
En la Ciudad de México habitan 271 especies, de ellas 145 son las más abundantes y 126 se consideran raras, puesto que son muy escasos sus avistamientos. De los números mencionados, ¡sólo 19 son endémicas de México! Entre ellas encontramos a la Matraca barrada, endémica de la Faja Volcánica Transmexicana, y al Carpintero de Strickland, propio de las montañas de la Cuenca de México.
La región con mayor riqueza de avifauna son los humedales del PEX y en la Ciénega de Tláhuac con 229 especies, particularmente 89 acuáticas, entre las que encontramos patos, garzas, chorlos, playeros e, incluso, pelícanos.
En las regiones de parques y jardines urbanos, el número de especies es significativo ya que reúne el 47.6% del total de registro de la ciudad; quiere decir que: ¡en estos lugares se distribuyen alrededor de 128 especies! Dentro de esta categoría se consideran al Bosque de Tlalpan, el Jardín Botánico de la UNAM, el Pedregal de San Ángel, así como Chapultepec y Aragón. Así que ya sabes a dónde ir para admirar tantas aves como puedas.
Si deseas meditar sobre otra de las cualidades de las aves, te invitamos a visitar la página de Sedema “Así suena la Ciudad de México” (http://189.240.89.18:9000/pajaros/endemicas.html), donde podrás escuchar el canto de algunas aves endémicas de la ciudad.
Debido a los aleteos constantes y extenuantes que realizan, como en todo viaje, necesitan hacer paradas para alimentarse, descansar y retomar el vuelo. Incluso las aves deben contemplar en sus recorridos los posibles riesgos, ¿te has puesto a pensar qué obstáculos atraviesan en sus viajes? En sus vuelos se topan con antenas, edificios, cables, atraviesan tormentas, huracanes y vientos fuertes. Si seguimos interviniendo en sus ecosistemas al talar árboles y alterar los ciclos climáticos, sus hogares (entre ellos bosques y humedales, principalmente) se irán fragmentando cada vez más hasta desaparecer, por ende, al no tener a dónde llegar, sus poblaciones comenzarán a disminuir.
Las aves vuelan miles de kilómetros y cumplen papeles ecológicos específicos en las regiones que van habitando: ayudan a diseminar las semillas, polinizan y esparcen semillas mediante sus heces, controlan plagas y, algunas, son alimentos de algunas especies. Es vital cuidar su hábitat y los espacios a los que llegan durante sus migraciones. Seguro que cuando viajas, disfrutas y agradeces llegar a un lugar hermoso, con comida y bebida suficiente y donde puedas convivir con otras personas. Debemos procurar lo mismo para nuestras visitantes.
Fuentes:
Enríquez, Paula L. El largo viaje de las aves migrantes, consultado en Conacyt, en línea: https://centrosconacyt.mx/objeto/el-largo-viaje-de-las-aves-migrantes/
Uribe Lara, Laura E. Las aves migratorias en México, consultado en Naturalista, en línea: https://www.naturalista.mx/posts/3687-las-aves-migratorias-en-mexico
En cuarentena, millones de personas estamos dentro de casa para detener la propagación del coronavirus. Sin embargo, aún hay piezas clave que se siguen moviendo para evitar mayores problemas. Y no, no estamos hablando de los médicos y su heroica labor, nos referimos a guardianes silenciosos, pocas veces vistos, pero sin los cuales no podríamos vivir sanos ni tranquilos en nuestra ciudad. ¿Sabes de quién hablamos?
En nuestra ciudad, más de 15 mil trabajadores de limpia1: barrenderos y barrenderas, operadores de camiones recolectores, voluntarios y voluntarias, recolectan todos los días los residuos que los ciudadanos les entregamos. ¿Te imaginas qué pasaría si ellos también pararan? ¿Qué harías con los residuos que generas a diario en tu hogar?
A diario, un(a) solo(a) barrendero(a) beneficia con su trabajo a 1,268 personas y en un año recorre lo equivalente a 31.4 vueltas al planeta. ¿No te parece admirable?
La labor de estos guardianes silenciosos no es fácil. Barrenderos(as), operadores de recolección y voluntarios(as), recorren todos los días las calles de la ciudad y recolectan las 13,076 toneladas de residuos que generamos a diario en la Ciudad de México. Ellos entran en contacto con los desechos que entregamos, separan los residuos reciclables y esperan, dentro de su maniobra, no cortarse, intoxicarse o algo peor, porque muchas veces los residuos no están bien separados desde las casas y nadie les advierte cuando hay algún desecho que pueda poner en riesgo su salud o hasta su vida.
Hoy, a todos los peligros cotidianos, se suma el riesgo de infectarse de coronavirus por tocar algún residuo que haya entrado en contacto con algún enfermo de COVID-19. Hay estudios que han revelado que el coronavirus puede permanecer activo en diferentes superficies de materiales como plástico, tela, metal, papel, entre otros, por periodos que van de horas hasta algunos días2.
Los trabajadores de limpia saben esto y están tomando precauciones para protegerse, pero nosotros también podemos hacer algo para cuidarlos y evitar que se contagien. No hay mejor manera de agradecerles lo que hacen por nosotros, que ayudarlos a proteger su salud.
Seguro te surge la duda de qué puedes hacer para ayudar a salvaguardar la salud de los trabajadores de limpia. La verdad es muy sencillo, lo que hay que hacer es separar bien nuestros residuos.
Desde el 8 de julio del 2017 entró en vigor la norma de separación3 que nos dice que debemos separar en 3 y que cada separación debe identificarse con un color diferente; residuos orgánicos, verde; inorgánicos reciclables, gris; y no-reciclables y sanitarios, naranja. Esta última separación cobra mucha importancia en esta temporada de contingencia sanitaria.
La tercera separación está pensada para evitar focos de infección, y hoy más que nunca hay que hacerlo. Sigue estos sencillos pasos para facilitar el manejo de estos residuos:
Así, los trabajadores de limpia sabrán que esos residuos deben ser manejados con precaución, lo que disminuye significativamente su riesgo de contagio.
¿Te das cuenta? Separar no sólo ayuda a evitar contaminación ambiental, también tiene un impacto positivo en la salud de los trabajadores de limpia de nuestra ciudad. Reconozcamos su labor. Ayudemos a cuidar de su salud, la del medio ambiente y de toda nuestra comunidad. Recuerda que ¡separar nos une!
1 Inventario de Residuos Sólidos de la Ciudad de México 2018.
www.sedema.cdmx.gob.mx/storage/app/media/IRS-2018-VF-09-09-2019.pdf
2 Este es el tiempo que permanece el coronavirus en diversas superficies.
www.nationalgeographic.com.es/ciencia/este-es-tiempo-que-dura-coronavirus-diversas-superficies_15337
3 Norma Ambiental NADF-024-AMBT 2013. data.sedema.cdmx.gob.mx/nadf24/NADF_024.html