La ciudad de México y sus incendios forestales

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La Ciudad de México ocupa el segundo lugar nacional en cuanto al número de incendios forestales. Durante la temporada 2020 se han registrado ya 358.  Esto afecta tanto a las especies animales y vegetales que viven en suelo de conservación como a la calidad del aire de toda la zona metropolitana. La ciudad no solo es el espacio conformado por los suelos de concreto y asfalto, también posee un enorme y rico territorio conocido como suelo de conservación, conformado por regiones de alta biodiversidad enmarcada en su mayoría con bosques de pino y encino,  zonas de pedregal, así como por tierras de comunidades agrícolas.

El suelo de conservación ocupa más de la mitad (59%) de la extensión total de la ciudad (cuestión que la mayoría de los citadinos no sabemos !) y los beneficios ambientales que aporta a todas y todos los habitantes no pueden sustituirse; algunos de estos son por ejemplo la recarga del acuífero, de donde obtenemos gran parte del agua que consumimos a diario, la generación de oxígeno, la limpieza de la atmósfera y la regulación del clima, además de proporcionar alimentos animales y vegetales para toda la cuenca.

Durante los meses de diciembre a junio de cada año, la temporada de sequía y la elevada temperatura del ambiente ocasionan que la vegetación se deshidrate y al secarse, quedan listas las condiciones ambientales para que se propague fuego; sin embargo, los incendios forestales no surgen por combustión espontánea, el 99% de los casos son producto de la actividad humana, casi siempre intencional o negligente.

Atrás de los incendios calificados como intencionales están las prácticas ilegales de grupos inmobiliarios de personas con deseos de fincar y de convertir en zona urbana estos suelos de bosque o de pedregal; entre las causas negligentes está el manejo inadecuado del fuego en la agricultura (que ocupan la quema para preparar la siembra de los terrenos), la incineración de basura, las fogatas hechas por visitantes, así como las pequeñas brasas dejadas por los cigarros de los fumadores.


Otras dos causas de incendio con menor incidencia son aquellos provocados por accidentes y por fenómenos naturales, aquí se consideran desde choques de vehículos hasta la caída de rayos eléctricos o erupciones volcánicas; no obstante, los incendios iniciados bajo estas formas son muy poco frecuentes.

Los incendios forestales ocurridos en todo el país durante la actual temporada suman 2,414 (hasta el 23 de abril), de los cuales en la Ciudad de México, como afirmamos más atrás, se han atendido 258 y ocupa el segundo lugar nacional después del estado de México que ha tenido 653; Michoacán es la tercera entidad con mayor número de incendios y lleva 256. El año pasado, tan solo en nuestra ciudad, estos incendios dañaron más de 3,200 hectáreas, equivalentes a más de 8 mil campos de fútbol; se trata de verdaderos desastres ambientales cuya afectación rebasa su territorio, por lo que afecta gravemente la calidad del aire de colonias alejadas del suelo de conservación y que aparentemente están muy alejadas de los incendios.

En el humo que respiramos, como consecuencia de estos incendios, existen fragmentos de ceniza y hollín provenientes de la combustión de pastizales, arbustos y materia orgánica seca. A estas partículas se les conocen como PM10, su medida es diez micras, equivalente a la quinta parte del ancho de un cabello humano. Cuando se concentran en el aire irritan las mucosas en ojos, nariz y garganta, así como los tejidos internos del sistema respiratorio, esto afecta la salud en general y pone en condición de riesgo la vida de personas vulnerables. 

Para prevenir incendios, además de la vigilancia y campañas de concientización que emprende el gobierno de la ciudad (para que la población extreme precauciones en el manejo de fuego), está el trabajo preventivo que a lo largo del año se realiza con la participación de las mismas comunidades agrícolas y pueblos para hacer saneamiento de los bosques al retirar vegetación muerta, así como abrir brechas cortafuego (caminos al interior de los bosques y pastizales para dejarlos libres de vegetación, lo que evita que el fuego avance). Para el combate de los incendios se cuenta además con toda una organización que vigila física y satelitalmente los territorios, así como la participación de 2,000 combatientes (mujeres y hombres) ubicados en distintos campamentos o, incluso, voluntarios previamente capacitados y con residencia en las mismas comunidades. 

Adicionalmente y como forma de prevenir daños a la salud, está el Sistema de Monitoreo Atmosférico de la zona metropolitana que considera de forma permanente, entre otros datos, a las mediciones de partículas PM10; con ello podemos saber que tan afectada está la calidad de aire. Estas mediciones son la base para declarar contingencias ambientales en caso de que se rebase los niveles permitidos.

Actualmente se está diseñando un Programa de Promoción de las Áreas Naturales Protegidas de la ciudad, son el fin de entender a la protección como algo dinámico, es decir, como la apertura a que las comunidades colindantes y aún lejanas en la urbe, conozcan estas regiones boscosas, las disfruten y en la medida de que vivan la experiencia, las protejan como suyas. Recolección de fondos, reforestación, turismo local, participación ciudadana van orientando la búsqueda. Usted puede conocer cuales son y planear llegar a ellas en este link: sedema.cdmx.gob.mx/programas/programa/areas-naturales-protegidas

Dada la abrumadora incidencia humana como causa de los incendios en territorio de conservación y todas las consecuencias que se desencadenan, es importante que los ciudadanos denuncien a aquellas personas que los provocan de manera intencional, así como procurar ser extremadamente conscientes y responsables en el manejo del fuego al momento de generar fogatas, fumar un cigarrillo o realizar prácticas agrícolas con quema. Seamos responsables y amorosos: Protejamos a quien nos Proteje.

 
Modificado por última vez en Martes, 05 Mayo 2020 15:00
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