Cada habitante del planeta, como tú y yo, usamos en promedio más de 13 toneladas de materiales en un año1, a través de todos los productos que compramos y que nos prometen un sinfín de beneficios y aseguran que nos van a facilitar la vida de cualquier forma.
Desde el 2020, en la Ciudad de México se ha modificado la legislación en torno a uno de los materiales que más estragos ha causado a nivel mundial en el medio ambiente, por el exceso en su consumo y desecho y por su capacidad de contaminar: los plásticos desechables.
En la tele, en la radio, en la calle, en redes sociales e internet, por todos lados estamos siendo bombardeados una y otra vez por anuncios que nos seducen a comprar productos que prometen un sinfín de beneficios y aseguran que nos van a facilitar la vida de cualquier forma. Parece inevitable dejar de comprar todo aquello que nos ofrece comodidades y satisfacción, pero, ¿qué de todo lo que consumimos realmente necesitamos? ¿Qué tan sostenible es nuestra forma de consumir y de satisfacer nuestras necesidades?
Para la producción de todo lo que usamos a diario: celulares, transporte, energía eléctrica, ropa, comida … ¡todo!, se requiere la extracción de los mal llamados “recursos naturales”. La población mundial actual consume 100 mil millones de toneladas de estos materiales en un año. Principalmente se extraen combustibles fósiles, metales, materiales de la construcción y árboles; todos ellos usados para la construcción de casas, edificios o ciudades como la nuestra. Además se utiliza una gran cantidad de agua y energía tanto en la extracción de materiales, como en la fabricación de todo tipo de bienes y servicios.
El resultado de nuestro consumo excesivo ya es visible, eventos meteorológicos extremos, hambrunas, extinción de especies y la amenaza de que desaparezcan ecosistemas como arrecifes de coral, selvas tropicales o ríos. La humanidad consume estos materiales más velozmente que lo que tarda la naturaleza en producirlos; se talan bosques más rápidamente de lo que vuelven a crecer, pesca en los océanos tan aceleradamente que a la vida marina le cuesta regenerarse, además de que emite más dióxido de carbono de lo que la biósfera puede absorber.
La organización Circle Economy, ha estimado que cada habitante del planeta, como tú y yo, usamos en promedio más de 13 toneladas de materiales en un año1, a través de los bienes y servicios que adquirimos. Aunque el consumo siempre es mayor para los habitantes de países desarrollados, en contraste con los países en desarrollo, como México, entre todos estamos usando al año los recursos que a la Tierra le toma 1,5 años en producir.
De todos los materiales extraídos, sólo un tercio de ellos continúan en uso después de un año, sobre todo en construcciones y vehículos; otra tercera parte se convierte en contaminación, pues son tirados en el ambiente, como el plástico en vías fluviales y océanos o son emitidos en forma de gases de efecto invernadero1.
Al consumir lo innecesario estamos aportando a esta sobre explotación de materiales, consumir por consumir, por vivir cómodamente sin mirar de dónde viene todo aquello que usamos y desechamos. Para reducir el impacto deberíamos bajar drásticamente el uso de combustibles fósiles y sustituirlos por energías renovables, así como disminuir el consumo de agua.
Desde el 2020, en la Ciudad de México se ha modificado la legislación en torno a uno de los materiales que más estragos ha causado a nivel mundial en el medio ambiente, por el exceso en su consumo y desecho y por su capacidad de contaminar: los plásticos desechables. Por ello, en enero del 2020 se prohibió el uso de bolsas plásticas y en el 2021 se unieron a la prohibición vasos y sus tapas, platos, charolas, cubiertos, globos y sus varillas, aplicadores de tampones, bastoncillos para hisopos, mezcladores, popotes y cápsulas de café, todos ellos fabricados total o parcialmente de plástico, exceptuando los compostables y los que por su aplicación médica o de seguridad sean necesarios.
Ahora, cada vez que salgas de compras pregúntate “¿realmente lo necesito?”. Da preferencia a los artículos cuya vida útil es más larga para que puedas sacarle provecho a tu inversión. Genera el cambio, deja de consumir lo que no necesitas, ¡piénsalo!, si lo hacemos todos, el deterioro ambiental y sus efectos disminuirían en gran medida. ¡Sé el cambio! No dejes que el consumismo te consuma.
1 World’s consumption of materials hits record 100bn tonnes a year. The Guardian Journal.
2 La humanidad agota hoy los recursos que la Tierra produce en todo un año
3 Tierra dura 18 meses en regenerar recursos que mundo gasta en un año. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11806021
¿De qué manera construimos y adecuamos nuestra ciudad, barrio y casa a las necesidades de la población tomando en cuenta al medio ambiente? Algunas acciones son, por ejemplo, los puentes que se construyen para cruzar una barranca, cavar pozos para obtener agua y desagües para evitar inundaciones; también las modificaciones en los reglamentos de construcción, permite que nuestras casa y edificios resistan sismos o fenómenos climáticos.
Podemos y quizá debamos preguntarnos, ¿de qué manera las decisiones que tomamos en nuestras ciudades afectan al medio ambiente? La modificación de grandes avenidas para darle preferencia a un transporte masivo y mucho más eficiente, como el Metrobús en nuestra ciudad que genera menos tránsito vehicular y disminuye la contaminación. Construir ciclopistas para disminuir los desplazamientos en auto, mantener parques, sembrar jardines con plantas apropiadas para polinizadores, así como rehabilitar ríos y canales, multiplica los beneficios ambientales y fomenta, además, un cambio en los hábitos de la población. Todo ello nos hace más sanos y, al vincularnos con el cuidado del medio ambiente, genera la posibilidad de tener mayor conciencia ambiental.
Otras decisiones que afectan directamente nuestro entorno en términos ambientales y urbanos, tienen que ver con la generación y manejo de los residuos. Es necesario que la población separe sus residuos y minimice el consumo de determinados productos por toda la contaminación y gasto de energía que ello conlleva.
También están, por ejemplo, las leyes y normas en materia de prohibición de plásticos de un sólo uso, la reglamentación de productos compostables, fomentar el uso de envases diseñados para reutilizarse múltiples veces, así como promover la reparación de herramientas y dispositivos como son las computadoras, teléfonos, televisores, videojuegos, en vez de reemplazarlos por aparatos nuevos. Todas ellas son decisiones que involucran nuestra vida cotidiana y que están basadas en una visión y una política para generar menos basura; con ello hacemos más habitables nuestros barrios y nuestras casas. Todo esto, por supuesto, disminuye el impacto al medio ambiente de todos los habitantes de la ciudad.
Tu también puedes mejorar la ciudad al nivel de tu casa, colonia o barrio. Organízate con tu familia o vecinos para sembrar jardines polinizadores, cosechar agua de lluvia en tu edificio o cambiar el concreto por grava, pues permite la filtración del agua pluvial y la recarga de los acuíferos. Además, ve de compras con tu propia bolsa de tela y carga con tu termo para evitar vasos desechables cuando compres un café.
âSe compran: colchones, tambores, refrigeradores, estufas...â, enseguida los perros comienzan a ladrar y aullar sin control. La música de tu vecino está a todo volumen, en la vulcanizadora más cercana reina el sonido del talacheo, volteas y escuchas el ratatatá de la motocicleta que en su paso deja un camino negro. Se estaciona un auto frente a tu casa mientras hace sonar su claxon como señal de que ha llegado.
La casa de enfrente es succionada por la aspiradora, la vecina le grita a sus hijas que se callen; â¡Hugo!â grita un adolescente afuera del portón de tres casas a tu derecha, â¡Hugo!â repite incansablemente mientras alarga el sonido de la âoâ y aguarda a que el sujeto en cuestión asome, por lo menos, su cabeza. A la par, la vecina de la esquina tiene cumbias como para que baile toda la colonia.
â¡Pelusa, cállate!â, â¡Pelusa, deja eso! ¡No lo muerdas!â, le grita una señora a su perro. â¡Uno cincuenta el litro de clarasolâ¦!â se entremezcla con el âding, ding, dingâ de la campana de la basura y en la calle vecina suena el silbido de los camotes. Luego viene la canción de los helados, las sirenas de las patrullas o ambulancias, los rugidos de los coches y los sonidos incesantes de la Ciudad. Cae la noche y la corneta del pan sacia tu apetito, carcachas surcan los topes y el silbato del velador hace guardia. Al amanecer siguiente, la rutina sonidera se repite. Y asà es todos los dÃas.
¿Cuál fue tu carga emocional al ir leyendo los párrafos anteriores? ¿Qué piensas de esta situación? ¿Tomaste en cuenta que eso sucede en muchos de los rincones de la Ciudad de México?
Cada año, el último miércoles del mes de abril, ante la necesidad de superar su aparente invisibilidad y reconocerlo como parte del ambiente, se conmemora el DÃa Internacional de la Conciencia Sobre el Problema del Ruido. ¿Sabes cuál es el propósito? Promover a nivel internacional el cuidado del ambiente acústico, la conservación de la audición y la conciencia sobre las molestias y daños que genera el ruido.
Por si no lo sabÃas, el impacto del ruido1 en la audición, la salud y, por lo tanto, en la calidad de vida está totalmente aceptado y demostrado por un gran número de estudios cientÃficos y médicos. Estos correlacionan ruido con cambios fisiológicos en el sueño, presión arterial, y la digestión, incluso han vinculado al ruido con un impacto negativo en el desarrollo del feto.
El ruido es también una importante fuente de molestia, puede no estar a niveles peligrosos para nuestra audición y, sin embargo, ocasionar un estado de tensión y de enojo, tal y como
pudiste sentirte al inicio de este texto.
La principal herramienta para no convertirse en generador de contaminación auditiva es ponerse en las orejas del otro: empatÃa y diálogo. Asà que trabajemos juntos, generemos cambios y bajémosle tres rayitas, por el bien de todas y todos.
1 Consultado en lÃnea: www.gob.mx/cenam/articulos/25-de-abril-dia-internacional-de-la-
conciencia-sobre-el-problema-del-ruido