Conoce a ...

Conoce a ...

 

 

Bosques, cuevas, barrancas y hasta nuestros propias casas son hogar de distintos seres vivos. En ‘Conoce a’ exploraremos la forma de vida de estos organismos con los que compartimos banquetas, árboles, lagos y distintos sitios en la Ciudad de México. Conoceremos sus hábitos, interacciones y la manera en que podemos ayudar en su cuidado.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Lentejas para una alimentación nutritiva y sustentable

 

 

Estoy casi segura de que me has visto más de una vez en tu plato de comida, soy una semilla café (casi siempre), pequeña y redonda, normalmente me cocinan en sopa y me acompañan con hortalizas, pero la verdad es que puedo acompañar a muchos platillos más, ¿me reconoces?

Me llamo lenteja y soy una legumbre, al igual que el frijol, el haba y el garbanzo somos un tipo de leguminosas que se cosechan para obtener nuestras semillas secas. Todos nosotros pertenecemos a la familia fabaceae o leguminosae, el tercer grupo de plantas más numeroso del planeta, nos caracterizamos por ser altamente nutritivos, y saludables, pues podemos prevenir enfermedades crónicas como la diabetes, además de ser fuente de proteínas, fibra y hierro. También ayudamos al ambiente pues fijamos nitrógeno al suelo, lo que fertiliza también a los demás cultivos, lo cual evita el uso de fertilizantes y plaguicidas químicos.

Es por esto que la FAO nos define como semillas nutritivas para un futuro sostenible y la ONU, declaró el 2016 como Año Internacional de las Legumbres para crear conciencia de los beneficios nutricionales y medioambientales que aportamos en la producción de alimentos. Más tarde, en 2019, la ONU proclamó el 10 de febrero como el Día Mundial de las Legumbres para seguir promoviendo que se reconozca el valor que tenemos. 

La planta de donde provengo se llama Lens culinata y no es por presumir, pero soy la legumbre más tolerante a terrenos áridos y a temperaturas extremas, además, necesito muy poca agua para sobrevivir. Nos clasifican según el color de nuestras semillas, algunos ejemplos son la rubia castellana, el lentejón, la rubia de la armiña, la lenteja pardina y la lenteja verdina.

Te contaré un dato histórico, he sido parte de la alimentación de la humanidad desde tiempos muy remotos, pues los inicios de mi cultivo se remontan a los orígenes de la agricultura, hace prácticamente ¡9 mil años!, ¿puedes creerlo? Fui base en la alimentación de los egipcios y posteriormente en la de los griegos y romanos.

Actualmente, soy apreciada de diferentes maneras en el mundo, en algunos países acostumbran alimentarse conmigo mínimo una vez a la semana y en otros soy también un símbolo de abundancia, prosperidad y riqueza, como aquí en México que acostumbran consumirme durante la cena de año nuevo, para que no falte la comida y la suerte, ¿tú o alguien de tu familia lo han hecho? 

 

En cuanto a mi cultivo en México, los principales estados productores son Michoacán y Guanajuato con más del 60 y 30 por ciento, respectivamente. La producción anual en 2020 fue de ¡más de 10 mil toneladas! En general, en el país se destinan alrededor de 1.93 millones de hectáreas al cultivo de cinco legumbres: frijol (91.7%), garbanzo (6.4%), haba (1.4%), lenteja (0.4%) y arvejón (0.1 por ciento). En la Ciudad de México se llegan a cosechar hasta 2,525 hectáreas de cultivos cíclicos dentro de los cuales se encuentran las legumbres.

Desafortunadamente, a pesar de ser económicamente accesible y que me pueden conservar por un largo tiempo, mi consumo no es valorado lo suficiente. Algunos de los beneficios que puedo aportar es que soy una fuente de proteínas y nutrientes, sobre todo en regiones donde la carne no es de fácil acceso. También soy rica en fibra, lo que puede reducir el colesterol y ayuda a controlar la deposición del azúcar en la sangre. Debido a estas cualidades, soy recomendada para prevenir enfermedades como la diabetes y para ayudar a combatir la obesidad. 

Por otro lado, los agricultores que me cultivan, pueden venderme y también consumirme, por lo que ayudo a la seguridad alimentaria de sus hogares y contribuyo con su estabilidad económica.

Déjame decirte que también mejoro la absorción de carbono en los suelos de cultivo Además, gracias a que interacciono con la bacteria Rhizobium leguminosarum, puedo fijar el nitrógeno de la atmósfera, mejorando la fertilidad del suelo, lo que aumenta la productividad de las tierras de cultivo y ayudo a nutrir las plantas que siembran junto a mí. Aunado a esto, promuevo la biodiversidad del suelo, lo que evita la llegada de plagas y enfermedades en los cultivos.

Con esto también contribuyo a mitigar el cambio climático, ya que reduzco el uso de los fertilizantes sintéticos para aportar nitrógeno al suelo, o plaguicidas químicos, los cuales, durante su fabricación y aplicación liberan gases de efecto invernadero, sin mencionar que su uso excesivo puede perjudicar al medio ambiente ¿Tú ya conocías todos los beneficios que puedo aportar? 

Tú puedes ayudar a que se reconozca el valor nutricional y ambiental que tengo junto con las demás legumbres, Quizás te estés preguntando, ¿cómo? ¡Es muy fácil! Plática con las personas cercanas a ti lo que te he contado e inclúyenos en tu alimentación, normalmente nos usan para acompañar platillos fuertes o ensaladas, pero puedes ponerte creativo/a, ¡intenta preparar nuevas cosas!  También es muy importante que nos cultives, ya sea en tu huerto urbano o tierra de cultivo, pues le aportaremos muchos beneficios al suelo en el que nos coloques. Y finalmente consume con las y los productores rurales del suelo de conservación de esta ciudad, quienes también producen hortalizas y cereales con las que nos puedes acompañar.

Ahora que sabes todo lo que te he contado, la próxima vez que escuches la frase “venderse por un plato de lentejas” sabrás que, las lentejas, aunque no seamos caras económicamente, tenemos mucho que aportar a tu salud, nutrición y al ambiente.

 

Fuentes consultadas: 

 

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