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La flor que se marchita 


Parece que estuviera sonrojada todo el tiempo, como si la sorprendieran brindándole cumplidos agradables que detonan en ella pinceladas y destellos rubíes; perfumada suavemente… suave, tan suave como ella misma que hasta el terciopelo la sueña. Así es Cuetlaxóchitl, la flor que se marchita.

Seguro la has visto en más de una ocasión y las fechas invernales son su tiempo de esplendor, por eso es una de las plantas ornamentales más importantes en México. Pero, ¿te has preguntado en qué momento se hizo indispensable en nuestros hogares durante la época decembrina? Fue a partir de la colonización y de la evangelización de la Nueva España, en 1523, cuando comenzó a emplearse como un elemento decorativo por el carmín de sus hojas.

Muchos extranjeros se refieren a ella como Poinsettia porque, en 1825, Joel Roberts Poinsett, primer embajador norteamericano en México, se la llevó a Estados Unidos, donde la bautizaron en honor al diplomático. Pero no, para nosotros siempre será nuestra Nochebuena.

En la antigüedad era cultivada en los jardines de los tlatoanis Moctezuma y Nezahualcóyotl, quienes la preservaban como tesoro y la utilizaban para colorar sus tejidos o para la medicina. Actualmente, en nuestro país, existen alrededor de 20 variedades de ella; puedes encontrarla en otras tonalidades: moradas, rosadas, amarillas, blancas, marmoleadas y rayadas.

Desde marzo comienza a realizarse su cultivo al preparar la tierra con sustratos: tepujal, tezontle o la agrolita son algunos de ellos, además de sus riegos constantes y cuidadosos. Ella florece durante noviembre y diciembre en Puebla, Michoacán, Estado de México, Morelos, Jalisco y, por supuesto, la Ciudad de México, estados con la mayor producción de ella en la actualidad.

La Nochebuena puede convertirse en una enredadera, un arbusto de hasta 4 metros o permanecer pequeña dentro de una maceta. Pero no sólo es una flor que decora nuestros jardines o interiores, también es utilizada para aliviar algunas afecciones respiratorias; la tos, por ejemplo, a través de tés o infusiones.

Nuestra ciudad tiene su propio paraíso donde se cultiva: Xochimilco. La horticultura ornamental en dicha alcaldía representa una de las actividades productivas de mayor importancia cultural y económica gracias a sus formas de cultivo y producción, tal es el caso de los invernaderos, cuna de Cuetlaxóchitl. Al producirla en estos sitios, los agricultores potencian su crecimiento y ayudan a disminuir la temperatura en el planeta. ¿Cómo sucede esto? Gracias al efecto albedo, en el que la energía solar (radiación) que llega a los techos de los invernaderos, se refleja hacia el espacio, ya que por su color blanco fungen como los cascos polares de hielo y nieve, de manera que la radiación no se queda calentando la superficie terrestre.

Además, al cultivar Nochebuenas se reduce una importante cantidad de CO2 en el medio ambiente, ya que ellas absorben este gas para su mismo crecimiento; sin olvidar que tienen mejores resultados cuando utilizan riego tecnificado con modulación de la temperatura y humedad, así como control de plagas o enfermedades. 

El esplendor de nuestra colorada amiga comienza desde un esqueje (retoñito de una planta) acostado y cubierto en la tierra; la tarea continúa en las manos de sus cuidadores, quienes tapan con plástico negro las entradas de luz para que la plantita duerma y, en temporada de lluvias colocan mallas antigranizo, mientras que los días de viento son cobijadas con agribon, una delgada tela que las abriga y mantiene su calor. Este procedimiento continúa hasta que obtienen su madurez y están listas para deslumbrarnos durante el invierno.

Para preservar su brillo en nuestros hogares, debe recibir abundante luz indirecta; ser regada cuando la tierra esté seca y, al hacerlo, procurar no mojar las hojas porque podemos hacer que se manchen, quemen o decoloren. Si se nos fue la manita con el agua, deberá escurrirse para evitar ahogarla; evitemos ponerla en lugares húmedos debido a que son susceptibles al ataque de hongos. Al término de la época navideña, se deberá podar para que pueda tener un rápido florecimiento.

No permitamos que su esencia se marchite, cuidemos de ella más allá de las fiestas decembrinas, es un ser vivo, no una moda. Al quererla preservamos nuestras tradiciones, legados e identidad comunitaria.




1 Trejo Hernández, L.; Olson Zúnica, M.; Bye Boettler, R. (2015) Datos históricos y diversidad genética de las nochebuenas
(Euphorbia pulcherrima) del Distrito Federal, México, Revista mexicana de biodiversidad, 86(2), 478-485.
doi.org/10.1016/j.rmb.2015.04.033

2 Pardo, María José. (2009) El beneficio ambiental de los invernaderos, artículo de El Economista en línea
cincodias.elpais.com/cincodias/2009/08/21/economia/1250967347_850215.html





 

 

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