Conoce a ...

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El fénix de la Navidad


Lleva un vestido de punta a pie, bombacho y texturizado, de un verde oscuro; le adornan brillos amarillos, blancos o coloridos según la serie que elija; además, le engalanan objetos esféricos de diversas tonalidades y materiales1, sin olvidar que también―de vez en cuando―se pone otros arreglos encima con foma de bastones, moños, varillas brillosas...hasta caramelos. Tiene una fragancia fuerte, pero fresca, que te transporta a un escenario boscoso.

Tal vez no parece que todo, leído así en conjunto, sea una buena combinación, pero te sorprenderías del resultado final, sin olvidar la alegría y calidez que transmite su presencia en casa. ¿Qué tal si revisamos desde el punto de vista ambiental esta presencia tan agradable y simbólica que es nuestro árbol de navidad?

Las plantaciones forestales comerciales de árboles navideños se han convertido en una alternativa para cultivar y producir este tipo de coníferas sin afectar los bosques nacionales, de acuerdo con el Manual de Productores de Árboles de Navidad de la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Cada vez que se corta un árbol de Navidad, durante la temporada de lluvia que le sigue, se planta uno nuevo.

Tamaños, formas y especies son muchos; sin embargo, todos necesitan de los mismos cuidados y atenciones. Para que los ejemplares nazcan fuertes y sean perdurables, hay un proceso de selección desde que son semillas, pues se escogen aquellas que corresponden a los conos de los mejores pinos, luego se cultivan en unos recipientes pequeños, para después llevarlos al invernadero donde serán cultivados por, al menos, dos años.

Cuando están listos, comienza el periodo de tala o distribución controlada viene, por tanto, el  momento de la compra, donde uno debe asegurarse de la procedencia legal del arbolito, ¿cómo? muy sencillo, debe contar con una etiqueta que tenga el aval de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) o de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). En su defecto, el lugar―tanto de venta como de plantación―debe de contar con dicho permiso, de no ser así, la actividad no es lícita. Una vez verificado este paso, podemos escoger libremente el que más se acomode a los espacios de nuestro hogar, el más grande o el más pequeño y talarlo o transportarlo en maceta para que continuemos con su crecimiento.

Finalmente, se protege y cada quién lo trasladamos a nuestros hogares donde, además de deleitarnos la pupila y el olfato con su presencia, gozamos de su compañía.

¿Y qué sucede cuando la Navidad ha llegado a su fin? ¿También es el fin de nuestro árbol? Hay dos respuestas a esta pregunta, si fuiste de los que compraron un árbol de Navidad en maceta debes saber que tendrás un compañero para toda la vida que requerirá de amor y cuidados, puedes plantarlo en el jardín de tu casa o mantenerlo en macetita, sólo deberás colocarlo en un buen lugar de sombra y sol, regarlo, darle composta y podaditas cuando lo requiera.

Si tu caso es de los árboles de Navidad que se talaron, también hay una solución ambiental: la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), a través de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr), nos invitan a llevarlo a los centros de acopio para cambiarlo por alguna planta, otro árbol o composta.

El objetivo es crear conciencia ambiental para evitar que se desechen inadecuadamente, así se aprovechan al máximo los recursos que nos ofrece la tierra. ¿Y cómo puede beneficiar nuestro árbol después de haber sido talado? Con ellos se fabrica composta o triturados de madera que nutren a los próximos árboles que se plantarán y formarán parte de los bosques nacionales, además de mejorar algunas tierras agrícolas y áreas verdes de la Ciudad de México. 

Por cada árbol obtenemos un kilogramo de composta que alimenta durante 6 meses a la tierra y así proporciona sus nutrientes al suelo y a las plantas beneficiarias de sus “cenizas”.  Otro modo de reciclaje es utilizar su madera para que algunos artesanos puedan diseñar juguetes, llaveros, percheros o lápices. Como podrás ver, es posible desarrollar un proceso de economía circular que construimos todos: ciudadanos, recursos naturales, productores y secretarías relacionadas con el medio ambiente. 

Estos árboles son los fénix de la Navidad, pues de sus restos renace más vida y perdura una tradición que integra familias, especialmente en momentos donde la vida doméstica que impone la nueva normalidad, nos solicita, por igual, un renacer como hogar.




1  Siempre amigables con el medio ambiente: esferas de vidrio, por ejemplo.
Ya que las metalizadas o de plástico causan estragos en la naturaleza por el
proceso de fabricación y por los mismos materiales que las componen.






 

 

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