Antes del año 2004, los esfuerzos de separación de residuos sólidos eran escasos o nulos. La separación la realizaban quienes recolectaban la basura y los pepenadores, que obtenían una remuneración por su venta, pero el porcentaje de reciclaje era muy bajo.
Fue a partir de ese año que la Ley de Residuos Sólidos del Distrito Federal obligaba a todos los habitantes de la CDMX a entregar al camión recolector los residuos separados en orgánicos e inorgánicos.
No obstante, la recolección de residuos separados inició realmente en 2010 con una estrategia de recolección por tipo, organizada cada tercer día en varias colonias. A pesar de estos esfuerzos, sólo algunas demarcaciones han mantenido un buen nivel de eficiencia, logrando que aproximadamente el 50% de los residuos se separen adecuadamente.
Aun así, tenemos avances importantes en la Ciudad de México y hemos logrado aprovechar los residuos que generamos de mejor manera, en especial los orgánicos. De este modo, logramos reducir la gran cantidad de residuos que llegan a los rellenos sanitarios, disminuimos los riesgos a la salud y mejoramos la imagen urbana.
Cumplir con estas obligaciones no ha sido fácil, sobre todo porque se requiere del compromiso de la población, de infraestructura para su recolección y difusión efectiva. Reciclar los desechos y disminuir nuestro consumo genera beneficios ambientales y económicos.